Época:
Inicio: Año 1 A. C.
Fin: Año 1 D.C.

Antecedente:
CRÓNICA DE LOS REINOS DE CHILE



Comentario

Capítulo CIV


Que trata de la orden que tienen cuando vienen a pelear estos indios de esta provincia de la Concepción y de los géneros de armas que traen y de su orden

Esta gente antiguamente tuvieron guerras unos con otros como eran todos parcialidades, unos señores con otros. Cuando vienen a pelear vienen en sus escuadrones por buena orden y concierto, que me paréceme a mí que aunque tuviesen acostumbrado la guerra con los romanos, no vinieran con tan buena orden.

Y vienen de esta manera: que los delanteros traen unas capas y éstas llaman "tanañas", y es de esta manera, que hacen una capa como verdugado que por arriba es angosta y por abajo más ancha. Préndenla al pecho con un botón y por un lado le hacen un agujero por donde sale el brazo izquierdo. Esta armadura les llega a la rodilla. Hácenlas de pescuezos de ovejas o carneros cosidos unos con otros y son tan gruesos como cuero de vaca y de... Hacen de lobos marinos que también son muy gruesos. Es tan recia esta armadura que no la pasa una lanza, aunque tenga buena fuerza el caballero. Y estas capas van aforradas con cueros de corderos pintados de colores prieto y colorado y azul y de todas colores. Y otras llevan de tiras de este cuero de corderos en cruces y aspas por de fuera. Y otros, la pintura que les quieren echar.

Llevan unas celadas en las cabezas que les entran hasta abajo de las orejas, del mismo cuero, con una cobertura de tres dedos solamente para que vean con el ojo izquierdo, que el otro llévanle tapado con la celada. Y encima de estas celadas por bravosidad llevan una cabeza de león, solamente el cuero y dientes y boca, de tigres y zorras y de gatos y de otros animales que cada uno es aficionado. Y llevan estas cabezas las bocas abiertas que parecen muy fieras. Y llevan detrás sus plumajes.

Llevan picas de a veinte y cinco palmos de una madera muy recia, y engeridos en ellas unos hierros de cobre a manera de asadores rollizos de dos palmos y de palmo y medio. Y con unas cuerdas que hacen de nervios muy bien atados, los engieren de tal manera en aquella asta como puede ir un hierro en una lanza. Y junto a esta atadura llevan una manera de borlas de sus cabellos.

Van entremedias de éstos, armados otros, sin de estas capas ni celadas, con unas astas largas, algunas engeridos en estas astas unas hachas de pedernal. Y otros llevan en estas astas hecho en lo alto una manera de manzana y éstos llevan enarboladas, y a donde las dejan caer, si aciertan a español, aunque lleve celada, le aturden, y si dan a caballo, lo hacen volver a trás desatinado, por ser tan pesado. Y luego va otra hilera de otros con lanzas de astas de quince y dieciséis palmos y llevan en la asta, de una vara puesto, un hacha como de armas de cobre, hecha de dos o tres picos, o de la manera que el que la trae quiere, porque unas son anchas y otras como martillos. Y otros llevan picas sin capas, y éstos van en medio del escuadrón. Y éstos y los de las lanzas llevan unos garrotes que arrojan y tiran con tan gran fuerza que si acierta alguna rodela, la hace pedazos, y si dan en el brazo o pierna, lo quiebran. Y tiran tantos de éstos que parecen granizos, según los arrojan espesos.

Van luego otra hilera con unas varas largas en que llevan unos lazos de bejuco, que es una manera de mimbre muy recio, solamente para echallo a los pescuezos de los españoles, y redondo como un aro de harnero. Y echado por la cabeza, al que acierta acuden luego los más indios que pueden a tirar el lazo. Y éstos andan para este efecto y acudir a donde los llaman. Y al caballero que le echan este lazo, si no se da buena maña a cortarlo, en sus manos perece. Y de éstos traen gran munición, aunque en la conquista pasada no se aprovecharon de ellas.

Traen flecheros como en un escuadrón de españoles arcabuceros. Y aun muchas veces salen algunos que se tienen por valientes a señalarse, nombrándose "Inche cai che", que quiere decir "yo soy". Y no vienen a dar en españoles que no vengan en tres o cuatro cuadrillas, y aunque los desbaraten de uno, se rehacen en otro. Y ha acontecido estar un español con un indio peleando y decirle que se diese, y responderle el indio: "Inchi lai", que quiere decir "No quiero sino morir". Y no temen muerte, aunque en otras partes que yo he visto y me he hallado de Indias, en ver matar se cobran miedo. Mas éstos, aunque les maten gente, los he visto yo tomar los muertos y meterlos dentro del escuadrón. Y en otras partes huyen y aun les pesa la ropa que llevan, mas estos las armas no quieren dejar, aunque huyen.

Traen todos en general unos pellejos de zorras por detrás, que les llega la cola de la zorra hasta las corvas. Y vienen embijados. En lo cual me parece a mí, en los ardides que tienen en la guerra y orden y manera de pelear, ser como españoles cuando eran conquistados de los romanos, y ansí están en los grados y altura de nuestra España. Lo más que temen son arcabuces y artillería. Este término de esta gente belicosa es desde el río de Itata hasta el río Cautén, que en ella hay sesenta leguas de esta gente de esta orden de pelear.